Salón de África: Cuentos de la narrativa Saharaui

Publicado por Agueda , jueves, 26 de agosto de 2010 15:38

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LOS CUENTOS Y LOS PERSONAJES

Los cuentos en la sociedad saharaui se transmiten en la familia, fundamentalmente de abuelos a nietos. Uno de los momentos preferidos para contar estas historias es por la noche antes de dormir, como una manera de que el niño pueda dormir dulcemente. Al día siguiente comentan con sus amigos los cuentos que se han aprendido por la noche.

En la época de la sociedad beduina saharaui los niños se dedicaban por la mañana al pastoreo. Se reunían en un grupo de amigos, mientras los animales comían, en torno al que sabía más historias y se las contaba a los demás. Esto se ha transmitido a través de los años y ha sido uno de los pilares de la narrativa saharaui hasta nuestros días.

Actualmente en la vida de los saharauis los cuentos pertenecen al ámbito de las guarderías como método para que el niño aprenda el idioma. Al mismo tiempo en las jaimas saharauis se sigue transmitiendo estos cuentos desde la familia.

En la narrativa saharaui es característico que los animales hablen y tengan cualidades humanas.

Personajes importantes

- El Ganfud (el erizo), es el más listo de los animales.
- Lehbara (la gallina del desierto o ñandú, un animal similar a la avestruz, aunque más pequeño y que vuela). Es un animal pacífico, mediador en los conflictos.

- Edib (el chacal), es engañoso, ladrón, astuto, muy amigo de El Ganfud.

- Enerab (la liebre del desierto), débil y manejada por los grandes.

- Edbaa (el lobo), pertenece a la banda que se inclina siempre a favor de Sbaa, el león.

- Sbaa (el león), es el rey de los pequeños y grandes animales. Despótico, ejerce su poder empleando la fuerza

* El personaje más conocido en la narrativa oral saharaui es Shertat.

Se trata de un animal muy parecido a un oso y al igual que los demás animales, habla y se relaciona con los humanos.

Shertat cae siempre en los más catastróficos errores a causa de su torpeza, malos modos y glotonería.

Se trata de defectos que en la sociedad saharaui son mal vistos, aunque vistos en los cuentos causan mucha gracia. Es un personaje al que se pone como ejemplo de lo que no se debe hacer.

Los cuentos de Shertat están tan dentro de la sociedad saharaui que incluso frases de los mismos se utilizan para hacer crítica a un determinado comportamiento no aceptado por la opinión. También ha creado expresiones de uso común. Como ejemplo, la frase "Yama ainik ain enaya", que significa "Mamá tus ojos parecen a los ojos de una oveja", que hoy en día se utiliza para decir a alguien "Estás para comerte".

Los cuentos de Shertat, los animales con cualidades humanas, las historias épicas, las anécdotas del pasado, la lírica, eran narradas a los militares españoles frente a una fogata mientras se disfrutaba de un aromático vaso de té saharaui y la preciada carne de gacela.

Cuentos de Shertat

I-    SHERTAT Y SU MAMÁ

Un buen día Shertat se encontraba en la jaima con su madre. Ese día tenía aún más hambre de lo habitual y le rondaba por la cabeza la imagen de una oveja para comerla. Fijándose mucho en su madre, empezó a verla con aspecto de oveja. Shertat la miró fijamente a los ojos y le dijo, "mamá, mamá, tus ojos parecen a los ojos de una oveja". Y la madre respondió, sabiendo que Shertat estaba hambriento, "mis ojos no parecen en nada a los de una oveja pero si quieres comerme, cómeme". Y Shertat, se la comió. Alba rió con ganas pidiendo a su amigo que siguiera con más historias del glotón. Mahmud removió las brasas para hacer más luz, y después de unos instantes de reflexión prosiguió con más cuentos.                                                   

II-    SHERTAT Y EL ABORTO DE LA CAMELLA

Shertat iba caminando como siempre en busca de comida. De repente se encontró las huellas de un rebaño de camellos que se dirigían en busca de agua. Es habitual que en un rebaño grande siempre haya algún slah (aborto) entre las camellas. Shertat no quería esta vez un aborto como cena sino que estaba buscando un joven y sabroso camello. Caminaba y caminaba tras las huellas del apresurado ganado hasta que se encontró con un aborto de camella. Se paró y dio varias vueltas alrededor mirándole con delirio. Sin embargo, Shertat exclamó: "¡Qué tonto soy!. Entre tantos tiernos camellos, ¿voy a comerme un aborto? No, seguiré tras ellos".
Pasó toda la noche caminando en busca del ganado. Amaneciendo, no podía más de hambre y el ganado aún estaba muy lejos. Shertat se paró, y miró hacia atrás, recordando el slah que se había dejado y se lamentó: "Más vale cenar un aborto que quedarse una noche sin cena en el desierto". Shertat volvió sobre sus pasos y se comió el slah.

III-    SHERTAT Y EL ODRE

Una noche Shertat dormía en la jaima de su suegra, con su mujer, sus niños y el resto de la familia, después de haber disfrutado de una copiosa cena típica beduina. La manteca de oveja, el bulgman de cebada y la leche recién ordeñada de las camellas habían dejado a toda la familia satisfecha. La suegra solía guardar comida en el interior de la jaima. La colocaba, al estilo beduino, en lo alto de los palos que sostenían la jaima, donde no podían llegar los niños
Durante la cena, Shertat miraba de vez en cuando hacia arriba, donde estaba colgado un odre lleno de leche y manteca pero, por respeto a la suegra, no quería pedir que lo bajaran. Cuando se fueron a dormir, Shertat boca arriba miraba fijamente el odre, pensando en la forma de comer la manteca y beber la leche sin que nadie se enterara. De repente, ya no pudo aguantar más la tentación y decidió subir a través de los palos hasta lo alto de la jaima. Agarró el odre para abrirlo, y cuando empezaba a disfrutar del festín la cuerda que lo sostenía se desató, y Shertat gritó mientras se abalanzaba hacia la familia, "¡Yeitcum, yeitcum ana ue shicua!", "Vengo, vengo, vengo yo y el odre".

 

IV-    SHERTAT Y LA MANTA

En la sociedad beduina saharaui era muy apreciada una manta de piel de cordero lechal, llamada elfaru en hassania, la lengua de los saharauis.
Una noche Shertat dormía con su familia, arropados todos con un faru, tan grande que cubría a todos los habitantes de la jaima. Habían cenado copiosamente y, después de dar gracias a Aláh por haberles proporcionado tan ricos platos, se fueron a dormir. Shertat se despertó en medio de la noche con mucha hambre. No sabiendo que comer, empezó a mordisquear el trozo de elfaru que le tapaba. Lo encontró muy rico y siguió comiéndolo hasta llegar a la parte que cubría a la suegra. Ahí se paró por temor a despertarla y quedar en vergüenza por lo que había hecho. Pero Shertat no estaba aún satisfecho y recordó que por la mañana había dejado en el campo un camello muerto. Decidió ir a buscarlo, mientras los pastores dormían.
Por la mañana, la familia despertó y se encontró que de elfaru sólo quedaba la parte que cubría a la suegra. Sorprendidos, empezaron a buscar a Shertat siguiendo sus huellas. Finalmente lo encontraron dormido profundamente rodeado de los restos del camello que había devorado. La familia despertó a Shertat. "¿Qué haces aquí?". Y Shertat respondió, "¡Qué vergüenza, que mal duermo!. Estuve toda la noche dando vueltas y amanecí aquí".

 

V-    SHERTAT Y LOS LECHALES

En el pastoreo de la vida beduina, los lechales (eljirfan) no solían salir a pastar con el ganado grande. Los corderos se quedaban al lado de las jaimas de sus dueños, mientras los niños los vigilaban y ellos aprendían a pastar con las tiernas hierbecitas que rodeaban las jaimas. A veces los lechales se salían de los límites de sus dueños y molestaban a las jaimas vecinas. Entonces los niños avisaban a la madre de la familia para que los sacaran de allí y los llevaran a los corrales.
Un buen día, Shertat, en busca de comida como siempre, encontró unos deliciosos lechales pastando cerca de su jaima. Se abalanzó sobre ellos y empezó a perseguirles. Los corderitos alcanzaron a toda prisa la jaima de sus dueños, muertos de miedo. Shertat en su loca carrera tras ellos no se dio cuenta hasta que se encontró en el interior de la jaima. Entonces reaccionó, ante los sorprendidos dueños, diciendo "¡Eh, cuidad vuestros lechales que nos están molestando!".

 

Enlace: Cuentos Populares del Sáhara

Salón de Asia: Cuentos tradicionales de Filipinas Laos y Malasia

Publicado por Agueda , 15:32

CUENTO TRADICIONAL DE FILIPINAS

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HISTORIAS DEL PLATANERO

La avaricia no es nada buena. Y si no, que se lo pregunten a la mona protagonista de este cuento. Quiso quedarse con la parte del platanero más grande pero menos útil y, después, lo pagó con la buena tortuga. Aunque, al final, no se salió con la suya.
Erase una vez un tranquilo río en Filipinas. En uno de sus márgenes, una bonita tortuga estaba descansando. Contemplando el paisaje, observó que la corriente arrastraba un platanero, el árbol cuyo fruto son los plátanos.

Ni corta ni perezosa, la linda tortuguita se lanzó al agua y nadó hasta alcanzar el árbol. Después, lo arrastró hasta la orilla.

Una vez fuera del agua, la tortuga se dio cuenta de que sus fuerzas eran limitadas y que debía pedir ayuda si quería llevarse el platanero a casa. La encontró en la mona, aunque con condiciones.

-Sólo te ayudaré si me das la mitad del árbol- dijo el simio.

La tortuga aceptó de buen grado la proposición y le dio a elegir. La mona se quedó con la parte superior, la de las hojas, porque era más grande y, aparentemente, mejor. Pero la tortuga fue más lista: prefirió la de abajo, que era la que tenía las raíces.

Al poco tiempo, la mona vio cómo cada vez su parte estaba más seca. La tortuga, por su parte, plantó la suya y pronto se llenó de hojas, flores y plátanos.

La mona se moría de envidia. Y tan sólo tuvo que esperar a que la tortuga le volviera a pedir ayuda para vengarse. La tortuga no podía trepar para coger los plátanos, así que tuvo que recurrir a la mona. Pero, ésta, en vez de cogerle los plátanos, se los iba comiendo y tirando encima a la tortuga. La tortuga, asustada, corrió a esconderse. Tenía miedo y le dijo a la mona que hiciera con ella lo que quisiera.
- Hazme lo que quieras, pégame si quieres, pero no me tires al agua- señaló la pobre reptil.

La mona, poco lista, cayó en la trampa y lanzó al agua a la tortuga. Pensaba que sería un castigo para ella, pero no. Las tortugas, en el agua, no tienen competencia. Así, que la buena de la tortuguita pudo escapar de las garras de la malísima mona.

CUENTO TRADICIONAL  DE LAOS


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LA LEYENDA DE LOS OCHO SOLES

LEYENDA OCHO SOLES

      En Laos, un país asiático, existe un cuento que dice que    hace muchos años había 8 soles que iluminaban la tierra. ¿Quieres saber qué ocurrió para que sólo tengamos uno ahora?


Hace mucho tiempo, la tierra estaba iluminada por ocho soles. La radiante luz deslumbraba a los hombres y el inmenso calor secaba la tierra.

Un día los hombres decidieron que ocho soles eran demasiados para iluminar la tierra y que con uno sólo bastaría.

- ¡Vamos a cazar siete, les vamos a dar miedo y se apagarán! - pactaron los hombres

Fueron a buscar a un buen arquero, el que mejor puntería tenía. Al disparar sus flechas los soles se asustarían y se apagarían. Al disparar la primera flecha, un sol se apagó. Disparó una segunda y otro desapareció. Y así fue hasta llegar a la séptima flecha, que hizo que se apagara el séptimo sol pero también el octavo y último.

Entonces la oscuridad reinó en la tierra, la tierra era sombría y fría y los hombres desgraciados. Necesitaban la luz del sol para vivir.

- Tenemos que hacer volver al último sol - se lamentaban las mujeres

- Tiene miedo de nosotros - respondían los hombres
- En ese caso- contestaron las mujeres- Pediremos a los animales que nos ayuden a hacer volver al sol.

Hicieron venir a una vaca, que mugió y mugió pero el sol no vino. Llamaron entonces a un tigre, que estuvo rugiendo mucho rato. Los hombres y las mujeres temblaban de miedo y seguramente el sol también tuvo miedo porque no apareció.

Hicieron venir a un búho, que ululó toda la noche, pero el sol tampoco apareció. Sí que lo hizo en cambio una luna blanca que iluminó la tierra.

Entonces los hombres y las mujeres llamaron al gallo. Se puso a cantar tan fuerte que su cresta se enrojeció. Pero siguió cantando y cantando con toda su garganta.

Entonces, tímidamente, una luz amarilla y cálida apareció sobre la tierra. Era un sol que despuntaba sobre la línea del horizonte. Poco a poco, mientras el gallo seguía cantando, el sol se iba alzando en el cielo e iluminaba las caras de todos aquellos que lo esperaban.

Y desde ese momento cada mañana el gallo llama al sol para que ilumine la tierra.

CUENTO TRADICIONAL  DE MALASIA


¿Por qué los gallos sólo cantan de día?  

LOS GALLOS CANTAN DE DIA

         ¿Os habéis fijado que los gallos se despiertan justo cuando el sol empieza a despuntar, y se van a dormir justo cuando la luna saca la nariz? ¿Queréis saber por qué pasa esto?

     Hace muchos, muchos años, vivían en el cielo tres hermanos: el Sol, la Luna y Quiquiriquí.

Un día, el Sol se fue a trabajar y la Luna y Quiquiriquí se quedaron solos. Al llegar la noche, la Luna ordenó a Quiquiriquí que hiciese volver el ganado a los establos, pero Quiquiriquí, que estaba cansado de trabajar todo el día, le dijo que no. Enfurecida, la Luna agarró a su hermano por la cresta y lo arrojó a la Tierra, expulsándolo para siempre del reino celestial.

Cuando el Sol llegó de trabajar y no vio a su hermano Quiquiriquí, le preguntó a la Luna qué había pasado. Cuando le explicó la verdad, el Sol se enfadó muchísimo y le dijo:

- Hermana Luna, como no puedes vivir en paz con nadie, a partir de ahora vivirás sola. Yo trabajaré de día y tú de noche, de manera que no nos veremos nunca más. Pero nuestro hermano Quiquiriquí no se olvidará de mí, y cuando yo salga por el día me cantará alegremente, mientras que cuando llegue la noche, se esconderá para no ver a la hermana que ya no le quiere.

Y a partir de entonces siempre ha sido así. Al salir el Sol, el gallo sale y canta: "¡Quiquiriquí, quiquiriquí!", que en el lenguaje de los gallos significa: "¡Yo también estoy aquí! ¡Yo también estoy aquí!". En cambio, cuando la Luna empieza a asomar, se esconde y se va a dormir, porque sigue enfadado con la hermana que lo expulsó del Cielo.

Enlace: Cuentos Filipinos

Salón de Asia: Cuento tradicionales Judíos

Publicado por Agueda , 15:21

cuentacuentos judea

LA BOLSA PERDIDA

Se cuenta que en una gran ciudad de Europa, vivía un hombre muy avaro, el que un día al salir de su trabajo, perdió una bolsa con quinientos ducados. Tan afligido se sentía, que no demoró ni un segundo en ir y poner un aviso en la entrada de la sinagoga para ofrecer una generosa recompensa al que la hubiese encontrado.
Un hombre, tan pobre como honrado, encontró la bolsa y no dudó en llevársela al avaro. Al recuperar éste su bolsa, se arrepintió de la recompensa, diciéndole al pobre hombre:
"En la bolsa tenía mil ducados y aquí no hay más que quinien-tos. ¿Dónde está lo que falta?"
El pobre hombre, que entregó la bolsa sin sacar ni una sola moneda de ella, no pudo probar su inocencia y tuvo que regresar a su casa con las manos vacías. Al saberlo su esposa, le pidió que fuesen a ver al Rabí.
Dos eran las razones de la visita: la conducta del avaro, ya que no cumplió con la promesa de la recompensa, y peor todavía era, el haber calumniado al pobre hombre.
El Rabí, mientras se pasaba las manos por su larga barba blanca, reflexionaba. Por fin, citó al rico avaro.
"¿Qué cantidad de dinero había en tu bolsa?" - le preguntó.
"Mil ducados."
"¿y cuánto había en la que te entregó este hombre?"
"Sólo había quinientos."
“Entonces esta bolsa no es la que tú has perdido. Devuélvela a este hombre y espera a que te traiga la tuya”
Con estas palabras el Rabí despidió a los querellantes. Y el avaro, con dolor en su alma, tuvo que entregar la bolsa al pobre, pues no se debe ofrecer lo que no estamos dispuestos a cumplir.

EL FESTEJO DE CASAMIENTO Y EL DIVORCIO

En la ciudad de Sidón. Había una mujer que estaba casada hace más de diez años y no tenía hijos. Fue a Rabi Simón ben Yojai, junto con su marido, para que éste les diera el divorcio. Entonces Rabi Simón les habló así: "Yo les afirmo bajo juramento, que como ustedes ofrecieron una gran fiesta cuando se casaron, deben organizar una gran comida al divorciarse".
Con esta decisión se fueron de la casa del Rabí y organizaron una gran comida. Durante la comida, la mujer le dio al hombre mucho vino para tomar, de manera tal que su corazón se puso muy alegre y contento, y le dijo a ella: "Hija mía, llévate contigo lo que te gusta más de nuestra casa, y llévatelo a la casa de tus padres".
¿Qué hizo ella? Cuando él estaba profundamente dormido, llamó a sus sirvientes y sirvientas y les dijo: "Lleven a mi marido junto con su cama a la casa de mis padres".
Es lo que hicieron ellos.
Hacia medianoche, despertó el hombre y como ya no estaba ebrio, le preguntó a su mujer: - "¿Hija mía. dónde estoy?"
"En la casa de mis padres" - le contestó ella. Y cuando le preguntó, cómo había llegado allí, ella le contestó: --"Tú me dijiste durante la comida de la noche que puedo llevarme a la casa de mis padres lo que más me guste. Para mí no hay nada mejor en el mundo que tú".
Cuando volvieron una vez más donde Rabí Simón y le contaron todo, éste rezó con ellos a Dios, y Dios escuchó su oración y les bendijo con muchos hijos.

 

Enlace: Cuentos Judíos Para Disfrutar